AJEDREZ: LA DAMA
LA DAMA ENTRÓ EN JUEGO
Valencia, 1475. En pleno auge de la corona de Aragón, y con su príncipe Fernando ya como rey de Castilla al estar casado con Isabel I, los poetas valencianos Francisco de Castellví, Bernardo Fenollar y Narciso de Vinyoles, componen el gran poema SCACHS D'AMOR. Aquí vemos por primera vez en la historia del ajedrez que el movimiento de la dama es descrito, adquiriendo el ajedrez una faceta de arte que aún mantiene.
El ajedrez entra en la órbita europea a través de la inmigración musulmana a la península ibérica en 711. Tomado de los persas, su tablero ya era de ocho casillas de lado, con las mismas fichas pero distintos movimientos. La reina medieval se llamaba "alferza". El caballo y la torre son las únicas piezas que han mantenido sus movimientos intactos. La forma más habitual de victoria no era el rival menos el rey.
La aparición de la reina suceda algo: cuando el rey está en peligro, aparece una forma primitiva. En esta jugada el rey salta por encima de la torre queda protegida por los tres peones.
En el siglo XIV el monje Jacobo de Cessolis creó la analogía entre el ajedrez y la vida, comparándolo con la batalla entre Cristo y el Diablo. Esta metáfora ha sido muy popular.
En los últimos años, Bobby Fisher propuso el ajedrez aleatorio, un juego que conserva casi todas las reglas, pero permuta las piezas sobre el tablero. El objetivo era crear una variante en la que fuera más relevante el talento y creatividad.
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